Entiendo y siento la curiosidad como un fuerza motriz. Una fuerza que impulsa el desarrollo personal y profesional de las personas, el desarrollo de las empresas, y por supuesto, de la sociedad,… y una manera eficiente y sostenible para desarrollar la resilencia y navegar en entornos inciertos.
Una fuerza que se siente muy presente cuando está, y suele presentarse y delatarse con una chispa en la mirada.
La curiosidad es la energía creativa que favorece la exploración, el aprendizaje, la creatividad, la innovación, la búsqueda de oportunidades,…
La curiosidad es un maravilloso antídoto al juicio, al excepticismo, al «esto no va a funcionar aquí, a la rigidez mental (y conductual). Todo aquello que nos arrastra, nos da rigidez y genera dolor y sufrimiento en contextos de cambio e incertidumbre.
En cambio, es amiga del «¿y si..?», del «vamos a probarlo»,…
La curiosidad es lo que despierta el interés, y en el mundo de las emociones desarrollado por Eduard Punset, el profesor Rafael Bisquerra y el estudio PalauGea, vive en la familia del amor. El amor creativo, el amor que fecunda y crea presente y futuro.
Desde la curiosidad nos acercamos a las situaciones con una mirada de aprendiz, una mirada de «no saber» o «no saberlo todo» no incómoda. Una mirada que necesitamos para entender los retos y situaciones que se presentan tal cual son, no como la película que nos hemos hecho de esos retos y situaciones en base a la información incompleta rellenada con experiencias pasadas, relacionadas o no… pero que distorsionamos para llevarlo al mundo de las certezas y lo conocido.
Desde la curiosidad somos capaces de despertar el interés y la empatía en el otro, y lejos de tensionar y situarnos en el conflicto, abrir la posibilidad de tender puentes. ¿No es acaso la curiosidad la que nos anima a buscar alternativas donde tal vez nos podamos encontrar?
La buena noticia es que la curiosidad es algo que existe en la persona, y que se puede despertar y cultivar. Cuanto más alimentamos la curiosidad y le damos cabida en nuestro pensar, sentir y ser, de manera natural emerge y se expande.
Un impulso que nace en la persona pero que se expande exponencialmente cuando se combina con otras personas también abiertas a compartir, también en alguna medida curiosas. Pues tiene el maravilloso poder del contagio positivo, pues estar cerca de personas curiosas hace despertar algo que de manera natural (aunque tal vez dormido) está en todos nosotros.
Y un impulso que en el contexto adecuado, contexto de confianza y apertura, de conversaciones nutritivas, podemos despertar, activar, desarrollar… y dejar que dé sus dulces frutos.
¿Qué te parece como propósito para este nuevo curso? Te dejo en este video un poco de la energía creativa de la curiosidad, espero que te sirva de inspiración.
Por último, si quieres descargarte este post en pdf y guardarlo para otro momento…. aquí te dejo el ENLACE

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