Uno de los privilegios que me da acompañar a los equipos es ver en vivo y en directo a profesionales brillantes involucrados en conversaciones profundas y enriquecedoras, de las que suman. Conversaciones que suman gracias a la calidad y eficacia en su desarrollo (contenido), a la agilidad y dinamismo que las caracterizan (estructura y forma) y a la ilusión y potencia que sienten los miembros del equipo involucrado (impacto en las personas y el proyecto) y que recompensan al equipo con un paso adelante importante en la construcción de confianza y potencia, pilar básico de los grandes equipos.
Conversaciones a las que contribuyo aportando precisamente herramientas, metodología y, sobre todo, la mentalidad adecuada.

Pero desarrollemos esta idea,
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¿Qué significa que una conversación sume?
✔️calidad y eficacia en su desarrollo: se abordan los temas con profundidad, análisis riguroso, propuestas argumentadas, no un “quita tu idea para poner la mía”, se busca confrontar algunas ideas y ver de qué manera éstas se complementan y pueden aportar mayor valor
✔️la agilidad y dinamismo de la misma: 0,00 sensación de pérdida de tiempo y energía, ya que la reunión ha trascurrido de manera ágil, con ritmo, energía circulando sin atascarse ni ser secuestrada por alguna(s) persona(s). De hecho, todos han aportado, y ha sido palpable la sensación de emergencia creativa en las ideas.
✔️y la mirada de ilusión y potencia que sentían los miembros… pre-requisito para que emerja el orgullo de pertenencia y el compromiso con el equipo y el proyecto… al ver lo que había pasado, de lo que habíamos conseguido y cómo nos habíamos sentido… pero sobre todo, de lo que podríamos lograr si esto lo entrenamos y practicamos más, si esto lo trasladamos a las muchas reuniones que mantenemos (o deberíamos mantener) en los múltiples proyectos que desarrollamos.
¿Y cómo lo logramos?
Dotando al equipo de herramientas prácticas para facilitar reuniones de trabajo y conversaciones de valor. Herramientas que, en palabras de los participantes, les ha llevado a estar más presentes, a sentirse co-responsables y a querer ser proactivos en la reunión.
Una reunión de trabajo donde el debate intelectual y el espíritu crítico estaba tan vivamente presente como el respeto hacia todas y cada una de las personas.
¿Por qué digo esto? Porque han hablado sin juicios, preguntando, sin conformismos, con espíritu crítico activado, buscando sumar y aportar al reto complejo que alguien del equipo había planteado y el resto había recogido (construcción de la agenda de la reunión on time) porque, como ocurre muchas veces, ¡a todos nos afecta e importa!
Ay, es que hay dilemas (patatas calientes 😉) que se repiten en esencia en todos los equipos. Independientemente de la empresa, independientemente del tamaño, independientemente del sector. Y que si no son gestionados adecuadamente, impacta en la línea de flotación del proyecto/ actividad de la empresa ¡y en resultados!!!
Y una idea, pocas cosas impactan más que la herramienta adecuada ejecutada con la mentalidad adecuada. Herramientas que permiten aflorar el conocimiento colectivo y ponerla al servicio del proyecto.
Que combina con esta otra idea: pocas cosas tienen más garantía de uso, que aquello que los miembros del equipo sienten que es útil, que suma, que ayuda a desatascar, que les ayuda en el camino. Esos caminos que hay que recorrer en los proyectos complejos, con su correspondiente dosis de incertidumbre y presión (por plazos, por recursos escasos,…) que dependen de la suma de conocimiento de los miembros y de la forma en que estos son interconectados.
Y cierro con una tercera, y es que cambios en sistemas mayores (a nivel de departamento, a nivel de área, a nivel de empresa,…) comienzan con cambios a nivel más micro. Y la gestión de las dinámicas que se reproducen en las reuniones de trabajo, que suelen ser reflejo de dinámicas a escalas mayores, puede ser una muy interesante opción.

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