A veces vamos cargando a nuestras espaldas el peso de muchas cosas. Cosas que nos corresponden y otras que nos agarramos aun no siendo del todo nuestras. Y vamos tirando, porque para eso valemos para un roto y un descosido 😉
Pero ese peso cada vez se nos hace más pesado y se convierte en bola en el estómago y un nubarrón en nuestra cabeza. Pero incluso entonces, vamos tirando, haciendo lo que podemos con «lo que tenemos»…
Son sensaciones que hablan de algo que no fluye como debiera, de una descompensación en el dar y el recibir, un exceso de esfuerzo continuado (y no sostenible) en el tiempo, un sentir que no llegamos a las expectativas (normalmente muy poco realistas), objetivos difusos o directamente perdidos en algún punto del camino, algo en el entorno que dice una cosa y hace otra
,… ¡tantas cosas mezcladas! Partes de objetividad aliñadas con una dosis de subjetividad y mirada parcial.

Pero ese malestar no es otra que la forma que nuestra consciencia, nuestro ser, nos habla. A falta de un teléfono al que llamar de manera insistente o un mail, utiliza el sistema más infalible que existe: las sensaciones y emociones desagradables (mal llamadas negativas), que ejecutan brillantementesu rol. Dar la señal de alerta:

Y aumentar el volumen (mayor sensación de malestar) si es que nos estamos haciendo los locos y no nos queremos dar por enterados.
¿Cómo solemos reaccionar ante esa incomodidad?
Muchas veces haciendo. ¿Qué? No sé, haciendo… porque, cuando hacemos tenemos la falsa sensación (o nos queremos creer eso) de ser efectivos. Pero, ¿no te ha pasado nunca que llegas al día siguiente y te das cuenta que lo que habías estado haciendo el día anterior – cuando tenías ese nubarrón encima- no vale un pimiento? A mí sí. Y a muchas de las personas con las que trabajo también les pasa.
#Idea:
📌La ansiedad quiere moverse, hacer
📌Lo importante y lo urgente requieren efectividad, por tanto, serenidad y claridad (la suficiente)
Pero muchas veces hay otro ciclo que se da en paralelo a este oleaje emocional que luce hiperactivo, y es esa marea de fondo que se crea como consecuencia del peso de ese nubarrón. Y es que poco a poco nos lleva a ir ralentizándonos, como una especie de congelamiento emocional, que nos lleva a la parálisis.
Esa indecisión y ese ni p´alante ni p´atrás, ese dejarlo para otro momento para no hincarle el diente, esae análisis por parálisis que tanto vemos en nuestros entornos empresariales… ¡y que tantos estragos causa (más cuanto más alta tu responsabilidad) en la persona, pero sobre todo en el entorno!
¿Y cómo salir de ahí?
Antes de nada, poniendo nombre.
- Nombre a esa sensación y la emoción derivada de la misma
- Poniendo nombre a lo que está pasando que no nos gusta
- Poniendo nombre a eso que no está pasando y que «debiera pasar»
- Poniendo nombre a lo que estoy haciendo
- Poniendo nombre a lo que otros están haciendo
- …
Porque poner nombre hace que la masa se convierta en elementos más o menos gestionables. En euskera decimos «izenak izana ematen du», porque aunque no por no ser nombrado deja de existir, dar nombre le da identidad y por tanto es identificable y gestionable (aunque sólo sea para aceptar lo que no nos gusta pero no podemos cambiar)..
Muchas veces no es necesario (ni posible) poner nombre a todo, pero si empezamos a distinguir algunas partes de ese nubarrón y tirar del hilo, conseguimos dos cosas:
- salir del epicentro de la tormenta, y aunque no hayamos resuelto nada, haber resuelto mucho por habernos puesto en dirección a una posible solución
- empezar el camino hacia entender lo suficiente como para generar nuevos contextos o soluciones.
Dejo aquí una reflexión en formato feedback que me hizo una persona, sobre la importancia de poner nombre:
«Es curioso porque en tus palabras me reconozco y veo todo lo que nos pasa en el día a día. En realidad todo lo que planteas es de sentido común y no parece nada nuevo para cualquiera que esté en el día a día de la empresa.
Pero ser capaces de poner nombre a todas esas cosas que en el mismo tiempo están pasando y preguntarme ¿y cómo es que no hacemos esto u otro? ¿cómo es que complicamos todo de esta manera? ha sido importante para mí.
Ahora entiendo mucho más lo que está pasando a mi alrededor y dentro de mí, los diferentes intereses y posiciones, las diferentes reacciones.
Mis propias acciones las veo de manera diferente, incluso estoy siendo capaz de gestionar de manera más reflexiva, más estratégica. En el buen sentido. Y me he dado cuenta que consigo mejores resultados.
Por lo tanto, aunque parece que me contradigo, quiero decir que sí que hay mucho nuevo.»
¿Te has sentido alguna vez así?¿Cómo reaccionar a la llamada de esa voz de la consciencia? ¿Cómo gestionas esas emociones desagradables?
Foto portada de Clarissa Watson en Unsplash
