“Si juntamos a gente inteligente y profesional, buena en su trabajo, entorno a un proyecto que se desea sacar adelante, y los ponemos a trabajar de manera conjunta, el resultado necesariamente debe ser bueno.”
¿No es así acaso?
Pues siento decir que no… o mejor dicho, la ecuación no es tan lineal. No necesariamente el trabajo conjunto de esas personas inteligentes y buenos profesionales (de manera individual), se traduce en un buen resultado como equipo.
¿Te suena algo de esto? Empezáis un proyecto con ganas e ilusión, y…
- a mitad de camino os veis enfrascados en discusiones, donde lo importante es más si le das la razón a tal o cual persona que el tema de debate en si…
- las reuniones son una pérdida de tiempo, donde repetimos por enésima vez aquel tema que parecía (o mejor dicho debería) estar resuelto… ¿un déja-vu? Tras la reunión, en la cual no sientes que hayas avanzado ni te ha quedado nada claro, lo único que sientes es frustración, desazón y hartazgo ¿y por dónde sigo??
- pasan muchas cosas a los que no se les pone nombre…. pero hay un acuerdo tácito (¡nunca explícito!) de hacer como que no lo vemos… ¡a ver quién es el guapo de ponerle el cascabel al gato!!!
- se evita a toda costa las discusiones, no se profundiza en las diferentes perspectivas, y tomamos decisiones “a peso”, que no siempre son los que aportan un verdadero valor… ¿no es acaso en el conflicto positivo, entendido como una discusión de ideas ¡no de personas! la única que nos puede llevar a un destino diferente, ni al tuyo ni al mío?
- Empezamos con tanto ímpetu que nos lanzamos a hacer, que a mitad de camino se nos ha olvidado el objetivo, el sentido de todo esto, con lo que el puerto al que estamos llegando seguramente no es al que pretendíamos llegar…
- los resultados que vamos alcanzando distan mucho de las expectativas iniciales… y si somos sinceros, podemos etiquetarlos de mediocres… ¡si sólos ya hubiésemos llegado a esas concluiones… y en menos tiempo!!