¿Por qué un coordinador de equipos de innovación es algo más que un jefe de proyectos?
Durante algo más de dos años un equipo de profesionales muy diferentes, con especialidades, conocimientos y capacidades muy diferentes hemos trabajado intensamente para entre todos, ofrecer soluciones nuevas que aporten valor (equipo de innovación y cooperación interempresarial). Un viaje intenso, a veces una auténtica montaña rusa, otras una pista de velocidad,… pero desde luego, nada más alejado a un paseo relajado y sedentario.
En el equipo hemos tenido que afrontar muchos cambios, derivados de la propia evolución del proyecto, como cambios en el entorno cercano. Cada miembro del equipo forma parte de una empresa diferente (equipo de innovación y cooperación interempresarial), y los cambios en estos han afectado al equipo, hasta el punto que a lo largo del proyecto hay socios (empresas) que ya no están, y en otros casos, manteniéndose como socio la organización, la persona que participa en el equipo es diferente.
Cada cambio ha supuesto una readecuación del propio equipo. Los equipos son sistemas vivos y como tal,
- a lo largo del tiempo el grado de participación de cada miembro es diferente (en intensidad, presencia e involucración), así lo requiere también el proyecto,
los intereses, necesidades y expectativas de cada miembro (persona que participa en el equipo, pero también de su propia organización que a su vez ejerce una presión o influencia en cada miembro) van variando
- el nivel de compromiso varía en función de cómo el equipo es capaz de ir respondiendo a cada uno de los retos (respecto a la tarea y respecto a la consideración de las personas que forman el equipo), y de la actitud que se observan en los demás miembros del equipo de manera individual
- el propio objetivo del equipo, el propio encargo y, por supuesto, su solución puede ir variando en función de los avances a partir del contraste con la realidad.
Si atendemos a lo que una buena amiga dice, «si duele es que estás innovando», desde luego, algo de eso hemos hecho. La experiencia ha sido muy positiva, pero inevitablemente ha habido tensión tanto en relación a la tarea, y como consecuencia, también en el equipo. A día de hoy, cerca de cerrar la primera fase de este proyecto, el resultado ha sido muy satisfactorio, tanto en resultados como en la riqueza del propio proceso. Porque sinceramente, tan importante es el propio resultado como todo lo aprendido en el camino, sobre lo que sirve y lo que no, lo que se puede hacer y lo que no (ahora), lo que aporta valor y lo que no…. y s0bre lo que ayuda o no al funcionamiento del propio equipo.
Mirando hacia atrás, y con lo que hoy en día sé sobre estas personas, proyecto, sector, producto,…. muchas cosas haría diferente, pero no es menos cierto que nunca habríamos llegado a estas conclusiones y aprendizajes sin haber pasado por cada una de las decisiones, dificultades, callejones sin salida… incluso golpes de suerte (alguna ha podido haber…aunque tal vez algo habremos hecho también para que esta «suerte» emergiera y estuviéramos en el momento adecuado en el lugar adecuado con las personas adecuadas ;-)). Lo que ahora es obvio, era una gran nebulosa al inicio…o incluso ni existía (¿Podríamos definirlo como aprendizaje?). Algo así como después de visto…
Pero sí, basándome en ésta y otras experiencias prácticas, como participante activo en equipos que cooperan para construir algo nuevo (muchos equipos exitosos y, lamentablemente, también algunos equipos que han sido un fracaso, pero auténticos maestros para mi) puedo afirmar y afirmo que participar en un equipo de innovación, trabajando desde la cooperación y construcción de nuevas soluciones desde las diferencias, además del desarrollo de competencias profesionales, supone una transformación en todas y cada una de las personas que componen el equipo.
Porque transitar por un camino en el que hay más incertidumbres que certezas, donde hay situaciones (del propio equipo o del entorno cercano del equipo) que tensionan al equipo, donde estamos obligados a apoyarnos unos a otros para avanzar, cooperando, aportando cada uno lo que tiene y superar los intereses individuales para que prevalezca el bien común, tanto en relación a la tarea como a las personas que conforman el equipo, requiere la integración de nuevas formas de trabajo, nuevos paradigmas, donde además de la dimensión cognitiva, es necesaria gestionar las dimensiones emocionales y conductuales.
Porque necesitamos pasar de una buena suma de las aportaciones individuales de las partes, a una combinación enriquecida de las mismas, que sólo es posible si ponemos al servicio del equipo nuestras capacidades, y a partir de ahí, construir todos juntos y permitir que emerjan nuevas capacidades, conocimientos y soluciones.
Porque posibilitar que las personas den un plus extra, mucho más que lo que «se ha presupuestado» o lo que se podría definir como bueno, pero que a veces siendo bueno no es suficiente… supera con creces una gestión de asignación de tareas, plazos, calidades y responsabilidades (aunque evidentemente también hay que hacerlo).
Porque es indispensable crear el contexto de confianza y sensación de potencia del equipo, una visión compartida y ofrecer a cada uno el lugar desde donde puede aportar en la construcción… es lo que hace que en un momento dado una persona decida dar esa milla extra, ese plus que hace que en un momento dado el «hasta aquí hemos llegado» pase a ser «vamos a darle una nueva vuelta… busquemos nuevas alternativas… agarrémonos al agujero del clavo ardiente…» y sí… superemos el «es imposible».
Porque sí, porque la innovación y «la magia» aparece cuando trabajas con personas dispuestas «a jugársela», a asumir riesgos… sumando, y sí, es entonces cuando muchas cosas interesantes se pueden hacer.
Para que esto se pueda dar, en los momentos de incertidumbre e inseguridad personal, debe encontrar en el equipo el ancla que le permita trascender esa inseguridad, no desde la retirada hacia la seguridad individualista de no mostrar u ofrecer sus capacidades (y exponerse a salir dañado personal o emocionalmente), sino desde el aprecio real y la valoración de sus propias capacidades y valor a ojos de los demás. Porque, ¿no es aceptación, reconocimiento y seguridad lo que absolutamente todas las personas necesitamos?
Porque en definitiva, necesitamos la flexibilidad y madurez emocional necesaria para superar posiciones individualistas para construir algo entre todos, que difícilmente alcanzaríamos de manera individual. Y eso, si bien hay parte que se «trae de casa», se construye y entrena trabajando en equipo, afrontando las situaciones con madurez, y en definitiva, creciendo profesional y personalmente.
Innovación a través de la cooperación
El jueves pasado, en el marco del taller que tuve la oportunidad de facilitar en Adegi bajo el título «Equipos de Innovación: nuevas soluciones a través de la cooperación», tuvimos la oportunidad de reflexionar y compartir entre los asistentes, sobre los elementos que favorecen o inhiben la innovación a través de la cooperación y cómo poder activarlos: bien sea por acción directa (depende de nosotros) o indirecta (depende de cada una de las personas del equipo, pero podemos facilitar la creación de contextos donde sea más probable que surja).
Porque si bien la teoría dice que acompañados llegamos más lejos…
¿es siempre así?
Y, ¿si, además, el propósito de ese equipo es llegar a un escenario cuya meta, a priori, no sabemos exactamente cómo es?Es decir, ¿su propósito es crear soluciones nuevas, innovar?
Partiendo de una reflexión previa de puesta en valor de las ricas y variadas experiencias de las personas que nos unimos, iniciamos un pequeño viaje hacia los entresijos de la cooperación.
Si lo que buscamos son resultados que trasciendan las capacidades individuales, parece que tenemos que crear contextos donde sea posible que:
Las personas puedan y quieran trabajar en interdependencia para avanzar hacia el objetivo:
No vale un cortar-pegar de la parte de cada uno, necesitamos, a partir del trabajo individual, construir en conjunto. Sumando, añadiendo, dándole vueltas… para entre todos, crear algo nuevo.
El conocimiento que tenemos da respuesta a los retos a los que estamos dando respuesta, pero los retos que se nos plantean (bien sea por cambios nuestros o bien por cambios del entorno) requieren de nuevo conocimiento. Necesitamos construir juntos: con metodología, con conversaciones generativas, con avances, aprendiendo de los errores, pivotando para encontrar el rumbo para seguir avanzando,…
Las personas se abran a la posibilidad de aprender de los demás:
Desde la humildad de saber que si bien tienes mucho y valioso que aportar (conocimiento, experiencia, habilidades, una determinada de abordar la resolución de problemas y la toma de decisiones), lo que puedan mostrarte y aportar otros es también mucho, y por tanto, un regalo. Buscando complementariedades desde la potencia de cada miembro.
Así, un desencuentro, una opinión diferente… más allá de llevarnos al conflicto (la madurez de las personas y los equipos nos lleva a no quedarnos en el conflicto, sino a indagar lo que hay detrás del mismo), puede ser una oportunidad de ver una parte de la realidad que desde tu perspectiva no es apreciable. La actitud de «ayúdame a entender qué es lo que observas en esta situación» es la que nos lleva un paso más allá. Es el paso que nos lleva a ver y considerar variables de la ecuación que no veíamos y que pueden ser la llave de accionamiento para las nuevas soluciones.
Las personas nos corresponsabilicemos tanto de mi propia actuación en el equipo, como del resultado del equipo y lo que el mismo necesita para seguir avanzando.
Es decir, ¿nos mojemos? Porque, evidentemente, yo tengo que asumir mis responsabilidades, aportar mis conocimientos y realizar aquellas tareas que me han sido asignadas y que me he comprometido a realizar. Pero con el entregable correspondiente no termina mi responsabilidad, porque el equipo no es otra cosa que el resultado de lo que entre todos hacemos. Y por tanto, yo soy también co-responsable (junto con los demás) de hasta dónde somos capaces de llegar entre todos, y soy co-responsable de facilitar que otros miembros también puedan y quieran aportar.
Ayudándoles a avanzar en un momento dado en la tarea, ayudándoles a sentirse integrados y con un lugar en el equipo, ayudándoles a aportar, y en algunos momentos, también permitiendo que me ayuden, dejándome ayudar, para sumar y avanzar. Porque el equipo es un dar y recibir que nos ayuda a crecer a todos, lo cual nos beneficio a cada uno de nosotros individualmente, pero también al equipo.
Coincidimos en que un contexto como el señalado anteriormente parece deseable y prolífico para generar resultados diferentes. Pero, ¿cómo poder favorecer este tipo de contextos?
¿Cómo lograr que en mi equipo haya «más de esto»?
Tomando primero consciencia de que hay elementos sobre los que podemos incidir directamente (conocimiento mutuo, definir valores y normas,…), y otras, que pertenecen y provienen de la voluntariedad de las personas que integran el equipo (compromiso, responsabilidad, engagement,…).
¿Quiere decir por tanto que poco podemos hacer?
En absoluto, significa que debemos trabajar para cultivar el tipo de terreno donde las semillas puedan germinar y florecer. Qué hacemos en el día a día del equipo, teniendo en cuenta que éste pasa por diferentes fases, tanto en lo que respecta a la tarea como a las personas y las dinámicas que entre estos se generan, es lo que realmente marca la diferencia.
Si en el equipo se promueve la productividad, la corresponsabilidad y el compromiso, como valores que se construyen en la acción y en la relación, como algo palpable, no como manifiesto decorativo, es donde podremos realmente lograr el resultado ansiado.
Porque los equipos son un sistema socio-técnico, y como tal, se deben trabajar en paralelo:
El avance de la tarea: Para dar respuesta a una situación concreta, es necesario dedicar tiempo y esfuerzo a la misma. Es decir, logramos resultados poniendo foco y trabajando sobre la tarea: poniendo objetivos, definiendo estrategias, implementando, valorando resultados, aprendiendo, afinando y volviendo a implementar.
Un círculo virtuoso en el hacer que nos ayudará a avanzar, y alcanzar nuestros objetivos.
Dinámicas de equipo: Pasar del yo al nosotros implica una decisión activa de cada miembro. Una decisión que debemos facilitar creando contextos de seguridad donde surge la confianza (tanto en la potencia del equipo como en el respeto a la persona y a la diversidad de tareas y opiniones) y posibilidad de aprendizaje y desarrollo personal.
¿Cómo? Trabajando en la construcción (no surge de forma espontánea) de contextos donde cada uno encuentre su lugar, contextos donde se ponga en valor la potencia del equipo a partir de la diversidad (conocimientos, experiencias, habilidades y comportamientos) de sus miembros, un entorno donde definamos los límites y las formas de trabajar, y a partir de ahí, dejemos libertad para trabajar, aportar, construir.
Y si bien tendemos a ir al hard, a lo tangible, al método, a la tarea,… no nos podemos olvidar del soft, de todos aquellos intangibles que no se recogen en los documentos que el equipo va construyendo… pero que se sienten y perciben con mayor o menor intensidad y que constituyen los pilares sobre los que se sustenta el resultado proveniente del hard.
Porque el uno sin el otro no funciona…
porque no hay nada como la pérdida de tiempo y la sensación de no avance para generar conflictos interpersonales, mala comunicación y malestar
y no hay nada como la no consideración de las personas y la inseguridad que esto produce para que el resultado de profesionales excelentes sea «para cubrir el expediente»
Y si el objetivo es la innovación a través de la cooperación; un plus de calidad, un paso más, un cuestionar lo conocido… necesariamente debemos evitar tentaciones simplistas.
Una consideración completa de la complejidad de la realidad de los equipos es lo que nos acercará a esas nuevas soluciones, ese plus que nos aporte esa ventaja competitiva que nos permitirá seguir avanzando.
La intensa sesión de 3 horas finalizó con muchas preguntas en la cabeza de los asistentes, pero, en palabras de ellos, con la sensación de tener algunos recursos que antes no consideraban para avanzar en sus respectivos equipos, en sus respectivos departamentos de I+D, en sus respectivos retos… ¡objetivo cumplido!
Muchas gracias a Adegi por darme la oportunidad y a los asistentes por preguntar, compartir, y permitirnos a todos seguir aprendiendo. Porque realmente, entre todos somos capaces de llegar más lejos.
Aquí puedes ver el vídeo resumen del taller:
¿Qué he aprendido cooperando?
Individualmente, bien seamos una persona, un equipo o una organización, somos limitados. Por muchas capacidades que tengamos, saberes, experiencias, recursos,… el impacto que podemos generar es limitado.
La cooperación con diferentes personas, equipos y organizaciones, nos permite ampliar nuestra capacidad limitada y poder, en un momento dado, adquirir los conocimientos, competencias o tamaño necesario para que el impacto que podemos crear tenga un mayor alcance. Alcance que puede contribuir a mejorar nuestra posición competitiva.
La cooperación, además de ese efecto al exterior, tiene un impacto transformador en las personas, y en consecuencia, en los entornos en los que estos actúan .
En mi caso he participado y participo en diferentes entornos de cooperación. Entornos que han tenido, y tienen, sus luces y sus sombras.
Luces y sombras, porque hay un momento que toca poner las cartas (al menos algunas) boca arriba… Una fase de vulnerabilidad, donde luchan el beneficio que puedo sacar con los riesgos que percibo. Y tenemos una lucha interna individual y en el equipo de gestionar nuestras seguridades y nuestras inseguridades, nuestras fortalezas y debilidades, nuestras posibles aportaciones… y nuestras carencias. Una lucha entre nadar y guardar la ropa.
La cuestión no es si están o no… me temo que todos las tenemos… sino, ¿qué hago con ellas? ¿cómo las gestiono? ¿desde la necesidad de ocultarlo, y seguir aparentando… o desde aceptarlo y trabajar sobre ellas? ¿Son debilidades fatales o debilidades permitidas? ¿me enfoco desde lo que puedo aportar o desde lo que me falta? ¿se observa alguna complementariedad?
Todas esas experiencias me han enseñado… y mucho… todas, absolutamente todas, me han aportado… y también, en mayor o menor medida, transformado.
Las que no han salido bien, porque me ha permitido conocer la cara más amarga, cuando la cooperación no es capaz de superar la competencia que hace que «para ser yo alguien siento que tengo que hacer pequeños a otros», con todo lo que a nivel relacional, emocional,… y por supuesto, de resultados en cuanto a tarea o respuesta al cometido del equipo (ridículos incluso nefastos) implica. Grandes y duros aprendizajes.
Las que han salido bien, porque me ha enseñado que cuando hay un contexto que realmente favorece la cooperación, donde hay responsabilidad individual de aportar en la medida en que uno puede, y responsabilidad compartida en ayudar a las personas para que a su vez puedan aportar un poco más. Permitiéndoles ver cosas que tal vez (incluso siendo evidentes para todos) para esa persona no lo son (área ciega de Johari), y ayudándole a dar un paso más, un poquito más… desde la seguridad de sentir que hay colchón si «me caigo». Y claro,eso en el resultado también se nota. Porque cuando se construye el entorno que nutre a las personas a la par que se trabaja en llegar a cotas de resultados ambiciosos, se crea una dinámica donde entre todos, podemos llegar donde individualmente no podríamos llegar.
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¿QUÉ HE APRENDIDO COOPERANDO?
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1.- Inspiración
Compartir y conocer otras realidades, otras formas de hacer, de pensar, de sentir,… ¡de estar y hacer en la realidad! amplía mis limites. Me permite abrir ventanas y puertas a otras posibilidades. A veces posibilidades claras, otras confusas,… incluso a priori puede que ni vea el para qué… pero de alguna manera me permite atreverme a vislumbrar que hay otras posibilidades… ¡y que incluso se puede llegar allí!
Que hay vida y posibilidades fuera de mis fronteras… no es un abismo lo que hay tras mi horizonte… ¡sino un inmenso mar de otras posibilidades!
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2.Aprender de otros:
diferentes perspectivas
diferentes formas de ver la realidad
diferentes herramientas
diferentes enfoques
Un mismo problema se puede resolver desde diferentes perspectivas, y cada una de esos posibles caminos nos lleva a un lugar diferente.
¿A dónde quiero llegar? ¿Cuál es la finalidad? ¿Para qué?
Ver, escuchar, compartir,… y de manera consciente y de manera inconsciente voy aprendiendo formas de hacer, formas de enfrentarme a una situación, formas de estar para promover un cambio, formas de estar para evitar o percibir resistencias,…
En el contacto con otras personas de repente te cuestionas, o simplemente ¡descubres! que lo que veías ¡no era todo lo que había!!!!
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3. Aprender a valorar(me) y compartir
a dar mi perspectiva
a dar mi visión
a dar mi parcela de realidad
y ponerlo en valor,
desde la humildad de saber que no es ni la única ni la perfecta… pero que también suma, que aporta, que contribuye.
Yo también tengo mucho que dar. Y a veces lo que para mi es natural (y no le doy tanto valor) es lo que más impacto tiene en otra persona.
Aprender a poner voz y compartir… no sólo a mis miedos… sino a lo que he aprendido en mi camino/vida/recorrido/experiencia/…
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4.Humildad + reconocimiento + agradecimiento
Ser consciente que queda mucho… que me queda MUCHO por aprender… el camino es largo (Qué bien… ¿te imaginas que esto, por muy bueno que sea, «sea todo»?)…
… pero que YA HE RECORRIDO UN CAMINO….
Mucho que meter en mi mochila de conocimientos, experiencia,… pero también ya muchas herramientas, aprendizajes y experiencias valiosas que llevo en esa mochila personal… en esa mochila con mi kit de McGiver particular….
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5. Alas para seguir caminando
Fuerza para seguir dando pasos… para parar y recargarme en el camino… para apoyarme en otros… y otros en mí… y seguir impulsándonos y avanzar….
porque como la famosa foto de Michael Jordan dice…
Feliz Navidad y Feliz 2017
Queda poco para acabar un año muy intenso, pero al que agradezco muchas cosas: aprendizajes, y personas, personas y personas con las que he compartido camino, momentos, aprendizajes, experiencias, ilusiones, miedos, … y sobre todo ganas de sacar lo mejor de si mismos.
Gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Y gracias también a ti por leerme, ayudarme en mis reflexiones y, en definitiva, por acompañarme en mi camino, que por qué no, también es un poco tuyo.
Mis mejores deseos para estas especiales fechas que se acercan, y con la mejor de mis sonrisas… ¡a por el 2017!!!!!!
Aquí nos encontraremos en el nuevo año…