
El modo en que nos hablamos a nosotros mismos nos define. Lo que nos decimos a nosotros mismos nos define. Esa charla cotidiana, el diálogo interior que tenemos con nosotros mismos, que pueden darse como visualizaciones (imágenes mentales) o verbalizaciones (con palabras) y que surgen de manera espontánea, de manera consciente o no, regula nuestro estado del ánimo, niveles de estrés o ansiedad e incluso nuestra capacidad resolutiva.
Este diálogo interior puede actuar como impulsor y activarnos, contribuyendo a nuestro bienestar y autosuperación, o desgastarnos y llevarnos a estados muy debilitantes y perjudiciales.
No es lo mismo hablarnos con respeto y recordarnos nuestra capacidad, nuestra propia valía, que nosotros podemos,… o hablarnos con desprecio, cuestionándonos nuestro potencial y recordándonos que somos menos que los demás.
¿Recuerdas el angelito y el demonio en los hombros de los dibujos animados? Pues eso.
La calidad de ese diálogo interior marca una grandísima diferencia, y sí, normalmente nos hablamos muy mal a nosotros mismos, somos muchas veces nuestros peores enemigos, y nos hablamos como no hablaríamos, ni permitiríamos que les hablaran, a nuestros amigos.
Por eso, hoy me voy a detener en esos saboteadores…
El por qué del autosaboteador
Los saboteadores se presentan en forma de “diálogos internos” autogenerados como mecanismo de defensa. Las intenciones de esas voces, en principio, son positivas porque buscan obtener la aceptación de las primeras relaciones, fundamentales cuando somos pequeños (aunque no sólo entonces) , y protegernos frente a los retos que generan las relaciones con los demás.
Cada uno, en función de su propia historia personal y familiar, de su contexto y circunstancias, genera sus propios mecanismos de funcionamiento, sus propios mecanismos de búsqueda de seguridad, de aceptación, o sensación de autosuficiencia. Mecanismos que tienen largos tentáculos y que de manera más o menos clara tiñen nuestra forma de ser, estar, sentir y actuar.
Mecanismos que, como todo en esta vida, llevado al extremo puede suponer un muro que sentimos casi infranqueable… Mecanismos que tienen la virtud de aparecer en los momentos críticos, y como en la metáfora inicial, si les damos cabida, les creemos y les damos el volante, pueden llevar a bloquearnos, a avanzar con el freno de mano… de autosabotearnos.
Tipos de autosaboteadores
Como he dicho antes, creo que cada uno tenemos nuestro único y genuino saboteador dentro. Hecho a nuestra imagen y semejanza… y sabe perfectamente cómo dominarnos. ¡Que eche la primera piedra quien esté libre de pecado!
Pero como identificarlo es el primer paso para hacernos cargo y poder hacer algo con ello, y aunque no soy muy amiga de encasillar o tipificar, pero no es menos cierto que nos ayudan a que esa idea difusa se clarifique ante nosotros, voy a dejarte por aquí esta clasificación basada en el trabajo de Shirzad Chamine (al final del post podrás ver un video suyo explicando estos autosaboteadores).
Yo en mi misma, y a lo largo de todos estos años, en las personas con las que trabajo, me he ido encontrando con estos saboteadores, que trabajan de manera sibilina, esperan su turno y atacan cuando bajamos la guardia…. 😉
Te invito a que lo leas y reflexiones cuál de estos comportamientos te resultan más familiares:
1. El Juez: ( The Judge)
Se dice que es el master de los saboteadores. “Piensa mal, y acertarás”… así que para protegerse de una posible decepción, se centra en la búsqueda de errores en sí mismo, en otros, en las circunstancias,… Aparentemente disfruta descubriendo los fallos y tiene especial habilidad para hacerlo, pero causa mucha ansiedad, enojo y negatividad en su entorno.
2. El Hiper Trinufador (Hyper-achiever)
Necesita estar logrando cosas para su autovalidación, por lo que busca desempeños y consecuciones constantes. Busca demostrar a todos que puede con todo y demostrárselo a sí mismo para sentirse bien, pero cuidado, porque puede asumir retos/riesgos sin valorar sus límites. Le resulta casi imposible el aceptar su vulnerabilidad, y antepondrá los logros (puede ser “workaholic”) en detrimento de las relaciones (tendencia a poco contacto emocional), del balance y de la perspectiva.
3. El Controlador (Controller)
Tiene mucha energía y necesita estar al mando, tener el control de la situación y dirigir las acciones de los demás de acuerdo a su voluntad. Gran peligro de caer en la microgestión, su confort es sentir que tiene todo controlado. Hay que contar con él para todo, lo cual le convierte en el principal “cuello de botella”, lentitud y la percepción de falta de confianza. La delegación para él prácticamente no existe o se hace muy difícil. Conecta con otros por medio de la competencia, los retos o conflictos, en lugar de las emociones.
4. El Perfeccionista (The Stickler)
Es puntual y metódico. Se presiona a sí mismo y a los demás con una necesidad de perfección, orden y organización llevada al máximo que produce ineficiencia y además insatisfacción. Nunca es suficiente. Puede ser irritable, tenso y sarcástico y muy crítico consigomismo y con los demás.
5. El Inquieto (Restless)
Constantemente buscando la adrenalina y mantenerse ocupado, rara vez está satisfecho con su situación actual,… de hecho, no es capaz de disfrutar del ahora… y vive más en el futuro que en el presente, convirtiendo su presente en la siguiente actividad o negocio. A todo le mete velocidad y prisa… aunque no haya nada objetivo que reclame esa urgencia. Pero cuidado, porque como saboteador, nos lleva a generar caos en esa huida hacia delante de “pollo sin cabeza”
6. El Hiper Vigilante (The hyper-vigilant)
Siempre ansioso, en estado de alerta, con dudas acerca de sí mismo y los demás. Atento en extremo a señales de peligro. Desconfiando de lo que sucede alrededor, de un futuro mejor, de conseguir justicia o cualquier otro propósito vital. Está a la defensiva para esperar lo peor … y defenderse. Su anhelo… el control del control del control…Está claro que confía poco en los demás y seguramente poco en sí mismo.
7. El evitador o el huidizo (The Avoider)
Evita conflictos y dice sí aunque no quiera hacer algo. Le resta importancia a los problemas reales, evita o aplaza indefinidamente tomar decisiones importantes, evita pronunciarse o que seu voz se escuche, prefiere pasar desapercibido… Puede crearse “un mundo de color de rosa”, irreal a su alrededor,… simplemente por no enfrentarse a situaciones que le aterran. Tiene resistencia pasivo-agresiva, en lugar de ser directo.
8. La víctima (The Victim)
El mundo se ha colocado en su contra. Todo lo malo le pasa a él o ella. Es el “quejica” por naturaleza. Constamente pone su atención en emociones dolorosas y depresivas… generando en su entorno una energía muy negativa. Todo está mal, pero rara vez hay ninguna propuesta de mejora o solución real. Si es criticado o mal entendido, tiene a retirarse, resentirse o enojarse. Puede ser muy dramático o temperamental.
9. El complaciente (The Pleaser)
Tiene una alta necesidad de ser aceptado por los demás y busca rescatar, ayudar o halagar a otros… esperando caer bien. Necesita que le reafirmen el afecto. No puede negarse a las peticiones de otros, se siente culpable, y con frecuencia se olvida de sí mismo y de sus propias necesidades. Como consecuencia, tiene serios problemas con los límites, el autorespeto y el pedir respeto.
10. El Hiper Racional (The hyper-rational)
Tiene una intensa actividad mental, todo pasa por el filtro de lo racional, de la lógica, incluso las relaciones y las interacciones con otras personas. Puede parecer arrogante y frío. Tiene un argumento racional para todo lo que sucede. No permite que la gente conozca sus sentimientos, incluso puede llegar a estar muy desconectados de ellos. Prefiere analizar, los sentimientos son distractores e irrelevantes.
Y tras identificar mi autosaboteador, ¿ahora qué?
¿Reconoces alguno? Puede ser que sea uno o varios, que identifiques que en según el tipo de circunstancia aparece uno u otro de visita…. O puede que a partir de esta clasificación identifiques tú mismo “tu propio autosaboteador”.
Ni los nombres ni la clasificación es lo más importante, sino que empieces a darte cuenta cuál tu talón de aquiles. Qué tipo de voz, en que forma, de qué manera te habla, te aborda y te engatusa.
- ¿Cuál es tu mayor miedo en esa situación?
- ¿Qué es lo peor que podría ocurrir?
- ¿Qué es lo que estás tratando de evitar?
- ¿Qué estás tratando de proteger?
Porque recuerda que la intención que ha provocado este mecanismo de sabotaje es positiva. Hay una necesidad real detrás.
- ¿Cuánto de real es el riesgo de que esa necesidad no se cubra?
- ¿De qué otras maneras podríamos cubrirla?
Porque sí, evitar posibles problemas y anticiparnos en la medida de lo posible, claro que es deseable. Y una necesidad que todos tenemos. Pero que tengas que controlar y decidir todo, saber todo,… ¿no genera a su vez más problemas?¿de qué otra manera podemos gestionar esa necesidad?
Pero como el camino se inicia con un primer paso, te invito que a estés atento, te observes y busque qué saboteador y en qué momentos aparece.
Es posible que primero te des cuenta cuando ya ha saltado… incluso cuando ya haya hecho de las suyas. Luego te darás cuenta en el durante… cada vez antes… y podrás empezar, a partir de esa identificación, a desarmarlo.
Porque darnos cuenta, tomar consciencia de lo que hay, es el primer paso para hacernos cargo y poder hacer algo diferente. Seguiremos hablando, y mucho,…
Antes de despedirme y desearte un estupendo día, te dejo por aquí un video que espero que te ayude a ampliar algunas de las ideas que por aquí he lanzado.
Espero que te haya sido de interés,
