¿Para qué se organizan las reuniones? Para avanzar en nuestro trabajo como equipo, es decir, para entre todos llegar más lejos de lo que individualmente podríamos llegar.
Trabajar conjuntamente, compartir ideas o situaciones sobre asuntos en los que somos interdependientes, es decir, lo que hagamos o no unos y otros nos afecta al resto, y por tanto, deseamos avanzar de manera conjunta, con responsabilidades y compromisos claros. Vamos, que ir avanzando en firme, pero todos juntos.
Pero muchas veces, nos encontramos que si bien «la invitación teórica» es a participar, la realidad es que te encuentras en reuniones en los que el menú viene precocinado. Hay un guión establecido (con preguntas y respuestas marcadas) y lo que en realidad se desea es que los participantes actúen cual guiñoles.
No se desea avanzar en conjunto, no se desea integrar las diferentes perspectivas de los participantes (que tienen arte y parte), no hay un deseo genuino de ser un equipo.
¿Cómo se nota?
- No se busca el diálogo, ni siquiera que las personas den a conocer su punto de vista. Ve, escucha y calla.
- Se confunde tener ideas diferentes con conflicto, y hay más interés en hacer callar y cortar la conversación que en conocer perspectivas, incluso discutir, para llegar a un compromiso compartido.
- Las decisiones se toman a puerta cerrada y por parte de unos pocos, y poco transciende al resto.
- Hay tendencia de guardar los asuntos delicados bajo la alfombra
- Ojos que no ven corazón que no siente, y jugamos a ser niños y hace un cu-cu. ¡lo que no está a la vista no existe!!
- El silencio de los asistentes grita…. (aquí el post «El peso de los silencios»)
Y ¿qué pasa si alguien pone el dedo en la llaga? ¡Matamos al mensajero! Porque si hay algún «valiente» que osa decir que lo que hay bajo la alfombra es «un muerto», nos preocupamos más de «matar» al mensajero que en desempolvar y solucionar. Y es que hay una tendencia de confundir el medio con el fin. Porque aunque en teoría todos queremos saber dónde están nuestras áreas de mejora, para ponerle remedio… resulta que cuando alguien osa ponerle el cascabel al gato, ¡resulta que se lleva los zarpazos, y parece que es el malo de la película!!!!!
Lo que falta es una cultura de equipo, de pensar, no en mis necesidades particulares, sino en lo que es bueno para el equipo. Y sin una voluntad de avanzar en la transparencia, y la conversación, que no es más que «si hay algo que no está bien», pues hablarlo, compartir diferentes puntos de vista entre las diferentes personas, y darle luz. No para convencer unos a otros de nuestros respectivos puntos de vista, sino de entender entre todos, qué es lo que pasa y las consecuencias que tiene. Sabiendo que ni unos ni otros tiene la verdad absoluta, pero que entre todos, es posible que veamos la foto más completa, y por tanto, podamos tomar mejores decisiones.
Porque es posible que el tema no fuera ni tan grave, ni tan complicado, pero cuanto más se intenta tapar, más tierra hay que echar encima, y cuando uno va a intentar limpiar aquello…. porque antes o después empieza a oler… ya no se sabe ni por dónde empezar, ni si el problema estaba en lo que se metió bajo la alfombra o en toda la tierra que se echó encima para intentar tapar aquello.
¿Tienes experiencias de este tipo?
¿Qué consecuencias crees que tiene en los miembros del equipo?
Si realmente deseas avanzar en la construcción de un equipo que realmente sume, es decir, que pueda llegar más lejos de lo que individualmente podría llegar, puedo ayudarte. Te propongo una conversación, de las de verdad. ¡Es posible que pueda ayudarte!!
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