

Las organizaciones necesitan en estos momentos personas y equipos que, además de presentar altas competencias técnicas, muestren iniciativa y compromiso y líderes a todos los niveles, capaces de conducir esos equipos.

El reto para cualquier profesional es exigente, más si cabe, cuando además, tu responsabilidad es liderar a otras personas (directamente, personas de un departamento o de manera transversal, personas de diferentes departamentos).
Por tanto, se nos plantean las siguientes preguntas:

- lograr que las personas den lo mejor de si mismas?
- crear el contexto adecuado para fomentar la responsabilidad y el compromiso de las personas?
- coordinar el trabajo individual de las diferentes personas para entre todos, lograr objetivos y resultados?
- fomentar una cultura y espíritu de equipo?
- lograr que juntos lleguemos donde individualmente no podríamos llegar?
Trabajando con las personas, identificando fortalezas y desarrollando competencias, y creando los contextos de trabajo que facilitan las interacciones eficientes entre las personas y/o departamentos y faciliten, por tanto, el avance hacia la consecución de los objetivos marcados.


Responder a todos esos ¿cómo? que nos planteamos, requiere dar lo mejor de uno mismo. Requiere altos niveles de disciplina y autoexigencia (para buscar siempre cómo mejorar) al mismo tiempo que fomentar una mirada comprensiva-compasiva que nos conecte con nuestra más genuina esencia. Pero además, requiere:
Sin olvidarnos de la importancia del entorno en el que las personas trabajan e interactúan unas con otras. Las empresas nos ofrecen un entorno rico de oportunidades para el aprendizaje y desarrollo de las personas, pero no es menos cierto que las estructuras que en un momento fueron útiles pueden generar obstáculos para trabajar e interactuar de manera eficaz entre nosotros.
¿Y CÓMO LO PODEMOS TRABAJAR?
