Hay un nuevo reto sobre la mesa, un nuevo proyecto que no sabemos cómo sacar adelante, pero que entre un grupo de personas se va a intentar dar la solución. Estas personas han sido elegidas por sus conocimientos y posible relación con el proyecto.
¿Por dónde empezamos? ¿Cómo conseguir que este grupo de personas trabaje conjuntamente, en interdependecia, poniendo sus conocimientos, voluntad y compromiso al servicio de la tarea o el proyecto? Es decir, ¿sea un EQUIPO?¿Cómo conseguir una cooperación real que dé frutos más allá de lo que individualmente pudieran lograr?
Parece que si unimos un grupo de gente altamente competente y comprometida y las ponemos a trabajar, los resultados deben ser buenos. Pero, ¿qué pasa en la realidad? En muchos casos, bien por falta de identificación e interés real con el objetivo que se ve como algo impuesto y externo a uno mismo; bien porque se crean luchas de poder interno que provocan que la energía del equipo se desgasta en dinámicas internas poco eficientes que generan un desgaste importante….; o bien porque se busca la unanimidad y se acalla el espíritu crítico, cayendo en el asamblearismo;… los resultados distan mucho de los esperados y deseados para un equipo, en principio, altamente cualificado.
Entonces, ¿dónde están los resultados esperados del trabajo en equipo? ¿No se supone que hay estudios que dicen que un equipo, de entrada, se equivoca en la toma de decisiones hasta un 30% menos que una persona individual?
¿Pero, es que acaso se trataba de un equipo? ¿O es más bien un grupo de personas que se han unido a un objetivo común al que se les ha pedido que den respuesta?
Un equipo no surge por la unión de personas con un mismo fin. El trabajo en equipo para que sea efectivo, requiere de cooperación entre los miembros, para lo cual se necesitan habilidades personales y colectivas diferentes a las del trabajo individual. Y para lograrlos, se requiere de entrenamiento y facilitación de equipos.
Porque, como bien dice Eugenio Moliní, consultor sueco y padre de la «Participación Genuina», en el fondo, la gente colabora si quiere, no desde la imposición, por lo que se debe trabajar en crear las condiciones adecuadas que posibiliten que los miembros pongan sus conocimientos y habilidades al servicio del objetivo que perseguimos.
El equipo, en palabras de Sabino Ayestarán, Catedrático Emérito de la Facultad de Psicología de la UPV y gran experto en la Creación de equipos de innovación, es un medio para lograr la cooperación (sinergias reales) y la unión de diferentes conocimientos y habilidades (mediante la construcción de memoria transactiva y la creación de mapas mentales compartidos a partir de la puesta en valor de las diferencias y la complementariedad en ideas, sentimientos, roles y actividades), para la creación de nuevo conocimiento orientada a ofrecer soluciones creativas (innovación).
Un equipo que trabaje bajo estas premisas, parece que puede lograr resultados mucho más interesantes. ¿No te parece?

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