Seamos sinceros… a todos nos incomoda (en mayor o menor medida) el cambio, porque supone incertidumbre, superar nuestros miedos, cuestionar nuestras ideas y creencias… y enfrentarnos a nuestra vulnerabilidad. No hay manual de instrucciones como en los muebles de Ikea, ni sabemos a ciencia cierta el resultado del mismo. Y el que diga lo contrario… ¡después de visto todo el mundo listo!
Cuando inicias un camino, como es el proceso de cambio, sabes hacia dónde te quieres dirigir y cuál es el escenario que te gustaría encontrar, y abogo por definirlo claramente, pues funciona como faro que nos guía en el camino, aportando motivación para seguir y un rumbo cuando la realidad nos inunda con su niebla (ver Pero, ¿qué quieres realmente?).
Pero lo cierto es, que el escenario real al que llegaremos dependerá de muchas cosas, entre otros: de la fuerza e intención que le pongamos a nuestro objetivo, es decir, de lo que nos mojemos (el que quiere peces…); de los cambios en nuestro comportamiento que a su vez puedan generar otros posibles cambios de nuestro entorno y del entorno en el que nos encontremos, y de las oportunidades o limitaciones que somos capaz de ver en la misma. De esta manera, lo que finalmente se acaba realizando es el cambio posible.
Y dentro de ese cambio posible, nosotros jugamos un ¡papel protagonista indiscutible!!! Como comentaba en el post anterior, muchas veces a lo largo de ese camino, me encuentro que cuando empezamos a indagar en la situación actual, o cuando se empiezan a dar los primeros cambios de comportamiento, antes o después empieza a haber resistencias y una demanda implícita de …. ¡que cambie el otro!!!. Resulta que si la otra persona hiciera tal o cual cosa, es que si tal cosa fuera de aquella manera, o si diera el primer paso… y si lo que está arriba estuviera abajo y lo de la derecha a la izquierda… para que yo pueda seguir inamovible en mi lugar… que estoy muy a gusto… ¡sería perfecto!!!
Pues siento ser portadora de malas noticias, pero… ¿por qué el otro va a hacer un esfuerzo mayor del que tú mismo estás dispuesto a hacer por ti mismo, para que a ti, desde tu inmovilismo, te encajen mejor las cosas?
Debemos partir de que, al igual que tú eres libre de elegir lo que (dentro de unos límites) haces o dejas de hacer, el otro es también libre. Podemos elegir si nos comportamos de una u otra manera, nuestra actitud, valorar las consecuencias de lo que hacemos para elegir la que a priori parece más eficaz,… pero lo que no podemos pedir es que algo que no depende de nosotros, haga una determinada cosa, pues implicaría interferir en la libertad individual del otro.
Es cierto que a veces, un determinado futuro deseado pasa porque cambien cosas que no dependen 100% de mi, pero el reto es ¿cómo conseguir, a través de lo que sí depende de mi, conseguir influir favorablemente en esa otra parte? ¿Cuál es el paso que me puede acercar a ese escenario deseado? Y tendré que dar pasos (lo siento, hay que moverse…) y explorar alternativas.
A veces implica una conversación para aclarar mis expectativas o hacer peticiones, otras cambiar mi actitud hacia esa persona, o dar pasos que den a su ve pie a facilitar que la otra parte actúe también de otra manera…
Por ejemplo, puedo desear conseguir un mayor nivel de autonomía en mi trabajo. No depende de mi, pues implica que «mi jefe cambie», que es el que ejerce ese control sobre mi trabajo… A falta de varita mágica, lo que sí puedo hacer es: dar señales claras de responsabilidad que hagan que sus niveles de confianza aumenten, y tal vez, reduzca la necesidad de control; puedo hablar con él y conocer qué necesidades de información y en qué momentos tiene, en relación a mi trabajo, y ver cómo podemos hacer para que él pueda tener esa información, y yo poder tener más capacidad de organizar mi trabajo/ tiempo/…; mostrarle las ventajas que puede tener que yo pueda trabajar con un poco más de autonomía;…. ¡creatividad constructiva! teniendo en cuenta que no puedo pedir sin dar antes, y que le tengo que transmitir el bien común de las partes como consecuencia del cambio, ¡no sólo el mío!!! Y tal vez, con la puesta en marcha de estas y otras acciones, que las tengo que iniciar yo, puede dar pie a una realidad diferente y más cercana al que yo deseaba.
¿A qué esperas para dar ese primer paso que te acerque a ese futuro deseado y hacerlo también posible? ¡Depende de ti!! 😉
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