¿Te suena de algo????
Desgraciadamente, muchas empresas y equipos se encuentran metidos en un círculo tóxico, donde la falta de visión y capacidad de tomar decisiones de la persona llamada a liderar su rumbo aboca al proyecto a un laberinto en el que no se ve la salida por ninguna parte…
La incapacidad a la hora de tomar decisiones, habilidad sobre la que hemos hablado anteriormente en este blog, es uno de los «pecados» que un entorno cambiante como el actual, es un lujo que no nos podemos permitir.
Un entorno donde constantemente están cambiando las preguntas (el marco «conocido y seguro»), y que requiere de nuevas respuestas construidas con la suma de rapidez, flexibilidad e innovación. Un entorno en el que la toma de decisiones ágiles, ha pasado de ser un plus a una necesidad… ¡para la propia supervivencia!
¿Qué genera la incapacidad de tomar decisiones?
Un equipo, para ser potente, basa su fuerza en la creencia compartida de que juntos somos capaces de hacer grandes cosas. Cree en la capacidad de sus miembros, pero además, y sobre todo, cree en la capacidad que como equipo puede llegar más allá. Se siente potente, orgulloso de sí mismo, y pone los medios para avanzar.
Pero, cuando un conjunto de personas capaces (¡y más que capaces!), se reunen entorno a un proyecto, con ganas de construir, hacer, dar pasos… y resulta que quien les tiene que liderar va con el freno de mano echado, duda de cada paso a dar, frustra cualquier iniciativa que parte del grupo para tomar una decisión y avanzar… conseguir resultados… crea más confusión que claridad…
Pues poco a poco se va apagando la luz que cada uno de los miembros había traido al grupo (que evidentemente no equipo…), se empieza a desconfiar de las capacidades del grupo, emocionalmente nos empezamos a desapegar, ¿por qué voy a mojarme si esto no va a ningún sitio, o si alguien se va a encargar de boicotear mis esfuerzos?, y cada vez el coste de lograr un esfuerzo por parte de los miembros es mayor. El sueño de que alguna vez podíamos haber estado remando todos juntos para llegar a un puerto deseado y anhelado por todos parece más una fantasía… que una posibilidad…
Desmotivación, individualismo, conflictos interpersonales,… más desmotivación… grupitos y grupúsculos… ¿Y resultados???? ¡Mediocres, si es que hay alguno!
Definitivamente, ¡un lujo que no nos podemos permitir!
¿Quiere decir esto que el líder debe conocer todas las preguntas y respuestas?
Evidentemente NO, salvo que identifiquemos al líder con un «ser todo-poderoso», un súper-man o súper-woman con capacidades extraordinarias. Como me temo que estos superpoderes no abundan… (o al menos yo no he tenido el placer de conocerlos)… podemos pensar que los nuevos entornos requieren de nuevas formas de liderazgo.
Un liderazgo que facilita los entornos para encontrar las preguntas adecuadas que hay que resolver, tomar decisiones y dar los pasos… ¡Para lograr resultados!!!
Un liderazgo que es capaz de conocer sus capacidades y sus límites, así como las capacidades y límites de los demás. Y que facilita que, apoyándonos los unos en las capacidades de los otros, podamos avanzar. Un liderazgo que aporta lo que tiene, la información que tiene, las ideas que tiene… y escucha… escucha activamente… y facilita que las ideas de unos conecten con la de los otros…
Porque sabe que para llegar a un futuro deseado y posible, necesitamos los unos de los otros, para generar la fuerza, el impulso y la capacidad necesaria entre todos.
Porque ¡sólo la acción genera resultados!
Y mientras hay vida hay esperanza 😉 y el liderazgo se puede entrenar. La toma de decisiones es una habilidad que se puede entrenar. Todo un reto… pero un reto cuyos beneficios superan con creces el coste que la indecisión y la falta de rumbo generan.
Ahora la decisión está en tus manos,
¿Cuál es el siguiente paso que vas a dar???
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