En una conversación que mantuve hace unos días con una alta directiva en la que me contaba, a modo de queja y desahogo, los múltiples problemas que en el día a día se encontraba y que le estaban llevando a la sensación de estar apagando fuegos a todas horas y de no poder avanzar, la pregunta ¿cuál crees que es el mayor valor que puedes aportar tú a tu puesto? le hizo parar en seco y empezar a replantear su discurso.
La teoría es fácil, y todos la sabemos… pero ¿qué pasa en la realidad? Que se nos acumulan las tareas, las reclamaciones, hay que atender a los empleados, a los clientes, pero también surgen problemas con los proveedores… los mails, el teléfono que no para de sonar… con lo cual la teoría, cuando estamos trabajando en el terreno, simplemente se queda ahí, en algún lugar sepultado entre los pendientes.
¿Y qué es lo que hace que saques un asunto de entre los pendientes? Seamos sinceros, muchas veces, el volumen o la insistencia del que lo reclama… independiente de que sea lo más urgente o no… para ti o para tu empresa/departamento/… sistema. Tal vez sí lo sea para él, pero ¿para el sistema? por lo que acabamos apagando un foco menor del incendio… y actuando a golpe de sirena.
Por tanto, cuando cogemos un momentito para levantar la cabeza de entre el montón de papeles y correo que nos desborda, y con el teléfono en silencio… y nos planteamos ¿de todas mis contribuciones posibles, cuál es el que puede aportar mayor valor a mi puesto? Nos damos cuenta que precisamente es aquello a lo que menos tiempo dedicamos… porque ¡el liderazgo no te llama a tu puerta reclamando su presencia y urgencia!!!!!
En el caso de esta directiva, tras varios minutos en los que recomponía su perspectiva fue… «supongo que aquello que no estoy haciendo… coordinar el trabajo de mis colaboradores de manera que sepan hacia dónde nos dirigimos y facilitarles que trabajen en esa dirección… « Seguramente, si dedicásemos más tiempo a tener una perspectiva global de lo que ocurre y ver que lo que hacemos está alineado con lo que queremos hacer, ¡estaríamos atacando el origen del fuego! porque los pendientes toman otra dimensión, en relación a su utilidad con ese fin que vislumbramos.
Un puesto directivo, es un puesto estratégico donde se tiene la posibilidad de tener una perspectiva de conjunto (es un importante nudo de comunicación ascendente y descendente) además de tener una cuota de poder de decisión. ¿Cómo utilizar a favor de la empresa y el equipo de trabajo estas variables? ¿Cómo ejercer el liderazgo para que la empresa pueda contar con la información oportuna en el momento oportuno, y por tanto, podamos tomar las decisiones acertadas? ¿Cómo lograr aportar valor real a lo largo de la cadena de valor para que llegue al cliente?
No me refiero a que una persona tenga que tener toda la información y tomar todas las decisiones. Es una opción, el implantar un estilo muy directivo y controlador… pero no parece que en entornos altamente inestables como los actuales en los que la flexibilidad y la rapidez son atributos necesarios aunque no suficientes, sea la opción más inteligente.
Más bien me refiero a que el liderazgo se utilice para crear equipos de trabajo que remen en la misma dirección, siendo conocida (y en la medida de lo posible compartida) por todos esa dirección, y donde cada miembro conoce su importancia y contribución (al mismo tiempo que la importancia y contribución del resto de los miembros del equipo) dentro de ese puzle. Trabajando en corresponsabilidad con el resto, tanto en su labor individual como en cooperación con el resto de los miembros, como los remeros de una trainera que deben remar al unísono, para ganar la bandera de la concha o para, en el caso de la empresa, dar un servicio de valor al mercado.
¿No crees que una reflexión en relación a cómo ejerzo mi liderazgo, y cómo puedo mejorar para lograr los fines que me propongo, puede aportar verdadero valor a tu puesto y a la empresa?
Deja una respuesta